Este arbusto posee una de las flores más bellas y apreciadas de la naturaleza. El género de la Camelia está formada por una multitud de especies así como de híbridos, que pueden llegar a formarse como un arbolito muy ramificado y alcanzar un tamaño de 15 m de altura. Procedentes de China, Japón e India son ideales para un jardín frondoso donde estén protegidas del fuerte sol. La forma de estas plantas es muy variable, desde compacta y recta, hasta abierta y esparcida.
Este pequeño árbol de crecimiento lento es muy exigente en sus necesidades, por lo que necesita de unos cuidados especiales para sobrevivir. Requiere que las condiciones del terreno sean las adecuadas. Todas las Camelias necesitan un suelo húmedo con un pH ácido, rico en humus y que filtre bien el agua. También se le puede añadir una capa de tierra de brezo, castaño o turba rubia para acidificarlo. No deben regarse con agua del grifo, hay que procurar no regarlas con agua calcárea, la ideal es el agua de lluvia. Si no queda más remedio puede utilizarse agua del grifo con unas gotas de vinagre, que mitigue el efecto del calcio, tan nocivo para estas plantas. Necesita un riego constante durante el verano y en invierno debe ser moderado ya que bastará con rociar la planta de manera habitual.
Florecen principalmente según la variedad, en otoño, invierno o a comienzos de la primavera, lo hacen en una extensa variedad de formas, tamaños y colores. Carecen de fragancia.
La especie más conocida es la Camellia japonica o Camelia común. Ésta proporciona una mata de flores en una amplia gama de estructuras, incluyendo flores simples, semidobles, con forma de anémona, dobles y con forma de peonía, o forma de rosa; algunas de ellas tienen un tamaño entre 5 y 12 cm. Se las encuentra en blanco, rojo y en todas las tonalidades de rosa, además de bicolores.
Para ayudar a que se desarrollen nuevos brotes, hay que abonarla con pequeñas dosis de fertilizante ácido, cada tres semanas en el periodo que va desde junio hasta mediados de agosto. La multiplicación de la camelia se puede practicar bien por acodo, esqueje, injerto o semillas, pero el método más adecuado consiste en realizarlo en agosto a partir de esquejes sin yemas florales. Apenas si necesitan podas. Sólo hay que cortar las ramas que crecen desordenadamente, justo después de realizar el trasplante, o cuando se comience a abonarlas.
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