Mantener las plantas de interior limpias
Para que una planta de interior muestre toda su belleza, es importante dedicarle algún tiempo a mantenerla limpia del polvo que se va depositando con el tiempo sobre sus hojas.
Esto en su hábitat natural sería la lluvia y el viento los encargados de realizar esta tarea; razón por la cual en su ambiente, las plantas aparecen limpias y lustrosas.
En nuestros hogares la falta de higiene en las plantas puede ser su principal enemigo, ya que impide sus funciones vitales y favorece la aparición de plagas y enfermedades.
Estos son algunos consejos para mantener las plantas de interior limpias y sanas.
Agua caliza: si es este el tipo de agua que tenemos en la zona donde vivimos, debemos antes de pulverizar las plantas, dejarla reposar unas 24 horas, o hervirla y permitir que temple antes de usarla.
Secar: después de limpiar las hojas con agua es adecuado secarlas con un paño suave, para evitar la aparición de manchas blancas por la acumulación de cal, sobre todo en las zonas con agua demasiado dura.
Hojas vellosas: son muy delicadas y encima retienen mucho polvo debido a su fina pelusilla. La mejor forma de quitárselo es pasarles un pincel seco, repasando bien las zonas donde se forma el tallo y la hoja. Una vez a la semana será lo apropiado. Hay que recordar que no se deben mojar ni siquiera al regar.
Esto en su hábitat natural sería la lluvia y el viento los encargados de realizar esta tarea; razón por la cual en su ambiente, las plantas aparecen limpias y lustrosas.
En nuestros hogares la falta de higiene en las plantas puede ser su principal enemigo, ya que impide sus funciones vitales y favorece la aparición de plagas y enfermedades.
Estos son algunos consejos para mantener las plantas de interior limpias y sanas.
Agua caliza: si es este el tipo de agua que tenemos en la zona donde vivimos, debemos antes de pulverizar las plantas, dejarla reposar unas 24 horas, o hervirla y permitir que temple antes de usarla.
Secar: después de limpiar las hojas con agua es adecuado secarlas con un paño suave, para evitar la aparición de manchas blancas por la acumulación de cal, sobre todo en las zonas con agua demasiado dura.
Hojas vellosas: son muy delicadas y encima retienen mucho polvo debido a su fina pelusilla. La mejor forma de quitárselo es pasarles un pincel seco, repasando bien las zonas donde se forma el tallo y la hoja. Una vez a la semana será lo apropiado. Hay que recordar que no se deben mojar ni siquiera al regar.
Hojas grandes: se llenan de polvo con más facilidad que el resto, por eso hay que limpiarlas más a menudo; la suciedad obstruye los poros por los que transpira la planta y disminuye su capacidad de absorber el agua y la luz solar.
Hojas pequeñas: en este caso lo mejor es pulverizar. Además de aumentar la humedad, se evitará la aparición de plagas. Si el ejemplar es demasiado grande, es más práctico meterlo en la bañera y rociarlo con agua templada de la ducha a baja presión.
La mejor agua: el agua desmineralizada es especialmente la más beneficiosa que se puede utilizar para limpiarlas. Este agua no dejará cercos ni manchas al secarse. Las plantas nos lo agradecerán mostrándose lozanas y brillantes.
Hojas dañadas: es esencial quitar las hojas dañadas o en mal estado. Si se mantienen en la planta estimulan la aparición de plagas y restan vitalidad a las partes sanas. El peciolo se corta lo más cerca posible de la base.
Flores marchitas: debemos quitarlas en cuanto aparezcan los primeros síntomas de secamiento, para que la planta no tenga mal aspecto y no le reste fuerzas. Eliminar también el peciolo, si quedan restos favorecerá la pudrición.
Puntas marrones: la falta de humedad y las altas temperaturas secan las puntas de las hojas y las vuelven marrones. Las partes secas se han de cortar lo más cerca posible de la parte verde y sana de la hoja. Si la hoja está muy afectada, es mejor eliminarla.
Gel de baño: diluir una cucharadita de gel en un litro de agua templada y pulverizar a continuación por las dos caras de las hojas, ayudará a que la planta recupere el brillo y mantendrá algunas plagas alejadas.
Agua de lluvia: es la mejor para el riego, siempre que sea recogida y templada antes de su utilización; sacar las plantas de interior bajo la lluvia puede ser más perjudicial que beneficioso, tanto si el agua está muy fría o cae con excesiva fuerza que pueda quebrar algún tallo.
Cerveza: un magnífico método para limpiar y abrillantar las hojas grandes. En un bol se añade medio vaso de cerveza por cada litro de agua templada; se humedece una esponja suave y se pasa por las hojas, secándolas a continuación. Lo adecuado es realizar este tipo de limpieza una vez al mes.
Vinagre: muy eficaz para las manchas blancas producidas por el agua que tiene un exceso de cal. Para evitar este problema, hay que utilizar una mezcla de agua y vinagre; añadiendo un chorrito de vinagre por cada 2 litros de agua de riego.
Abrillantadores de hojas: se deben utilizar siempre con cautela, generalmente su abuso termina por taponar los poros de las hojas impidiéndoles respirar. Las hojas con brillo propio natural lo mantendrán siempre, si se conservan limpias. El exceso de brillo que confiere algunos aerosoles abrillantadores a las hojas, las hace poco naturales.
Hojas pequeñas: en este caso lo mejor es pulverizar. Además de aumentar la humedad, se evitará la aparición de plagas. Si el ejemplar es demasiado grande, es más práctico meterlo en la bañera y rociarlo con agua templada de la ducha a baja presión.
La mejor agua: el agua desmineralizada es especialmente la más beneficiosa que se puede utilizar para limpiarlas. Este agua no dejará cercos ni manchas al secarse. Las plantas nos lo agradecerán mostrándose lozanas y brillantes.
Hojas dañadas: es esencial quitar las hojas dañadas o en mal estado. Si se mantienen en la planta estimulan la aparición de plagas y restan vitalidad a las partes sanas. El peciolo se corta lo más cerca posible de la base.
Flores marchitas: debemos quitarlas en cuanto aparezcan los primeros síntomas de secamiento, para que la planta no tenga mal aspecto y no le reste fuerzas. Eliminar también el peciolo, si quedan restos favorecerá la pudrición.
Puntas marrones: la falta de humedad y las altas temperaturas secan las puntas de las hojas y las vuelven marrones. Las partes secas se han de cortar lo más cerca posible de la parte verde y sana de la hoja. Si la hoja está muy afectada, es mejor eliminarla.
Gel de baño: diluir una cucharadita de gel en un litro de agua templada y pulverizar a continuación por las dos caras de las hojas, ayudará a que la planta recupere el brillo y mantendrá algunas plagas alejadas.
Agua de lluvia: es la mejor para el riego, siempre que sea recogida y templada antes de su utilización; sacar las plantas de interior bajo la lluvia puede ser más perjudicial que beneficioso, tanto si el agua está muy fría o cae con excesiva fuerza que pueda quebrar algún tallo.
Cerveza: un magnífico método para limpiar y abrillantar las hojas grandes. En un bol se añade medio vaso de cerveza por cada litro de agua templada; se humedece una esponja suave y se pasa por las hojas, secándolas a continuación. Lo adecuado es realizar este tipo de limpieza una vez al mes.
Vinagre: muy eficaz para las manchas blancas producidas por el agua que tiene un exceso de cal. Para evitar este problema, hay que utilizar una mezcla de agua y vinagre; añadiendo un chorrito de vinagre por cada 2 litros de agua de riego.
Abrillantadores de hojas: se deben utilizar siempre con cautela, generalmente su abuso termina por taponar los poros de las hojas impidiéndoles respirar. Las hojas con brillo propio natural lo mantendrán siempre, si se conservan limpias. El exceso de brillo que confiere algunos aerosoles abrillantadores a las hojas, las hace poco naturales.
Sitios Web Recomendados:
- facultad de leyes y derecho
- negocios online para trabajar en casa
- google adsense y adwords
0 comentarios:
Publicar un comentario